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Estudio científico del mes

El 63% de las hernias discales lumbares que causan síntomas, pierde volumen espontáneamente sin cirugía.

hernia

Un reciente estudio (técnicamente, una “revisión sistemática y meta-análisis”) ha compendiado y reanalizado conjuntamente los resultados de todos los estudios que se habían realizado previamente para determinar la evolución del tamaño de las hernias discales.

Se pueden observar protrusiones o hernias discales lumbares en hasta el 70% de las personas sanas, que no tienen dolor ni limitaciones. En esos casos, la hernia discal se considera un hallazgo casual e irrelevante, que obviamente no requiere tratamiento (ni mucho menos cirugía). Sin embargo, cuando la hernia discal irrita o comprime una raíz nerviosa, causando dolor a lo largo de la pierna (“ciática”) y a veces pérdida de fuerza u otros síntomas, sí requiere tratamiento. Y en aproximadamente el 5% de los pacientes esos síntomas se prolongan pese al tratamiento conservador, o por lo que se plantea la cirugía. Ese 5% incluye también los casos excepcionales en los que aparece un “síndrome de la cola de caballo”, que es el único caso en el que conviene operar urgentemente (en menos de 48 horas, y preferiblemente en menos de 24) y acontece en aproximadamente 1 de cada 700.000 pacientes. 

Esta “revisión sistemática y meta-análisis” se ha centrado exclusivamente en los 38 estudios que habían analizado la evolución del tamaño de las hernias discales que realmente irritaron o comprimieron una raíz nerviosa, causando síntomas a quienes las tenían, pero que no fueron operados. En esos 38 pacientes habían participado 2.219 pacientes.

Mezclando los resultados de todos los estudios, la hernia discal perdió volumen (espontáneamente o a consecuencia del tratamiento conservador) en 1.425 de ellos (63%).

Sin embargo, el porcentaje de pacientes en los que se detectó una pérdida de volumen de la hernia discal varió en función de las características de los estudios (por ejemplo, de la duración del periodo durante el que se midió la evolución del volumen de la hernia, o de cómo se midió su volumen). El estudio que halló una reducción del volumen en el mayor porcentaje de pacientes la detectó en el 96% de ellos, y les había seguido durante 341 días a partir de la aparición de los síntomas. Los tres estudios que no detectaron una reducción del volumen en ningún paciente los había seguido durante 45 o menos días.

En su conjunto los datos sugieren que no es esperable que se pueda observar una reducción apreciable del tamaño de la hernia en el primer mes y medio después de la aparición de los síntomas, pero que en la mayoría de los casos esa reducción se produce más tarde. Basándose en los datos analizados, los autores de la revisión aconsejan valorar la reducción del volumen de la hernia discal mediante resonancias magnéticas realizadas 4 y 10,5 meses después del inicio de los síntomas.


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El criterio fundamental para decidir la conveniencia de operar no es la evolución del tamaño de la hernia discal, sino la evolución de los síntomas y las limitaciones que pueda causar; es tan carente de fundamento operar a un paciente en el que los síntomas han desaparecido (o mejorado mucho) con el argumento de que el volumen de su hernia discal no está reduciéndose, como no operar a un paciente en el que ese volumen se ha reducido pero tras varios meses de tratamiento conservador el dolor irradiado a la pierna sigue siendo muy intenso y limitante.

No obstante, este estudio refuerza el concepto de tratar habitualmente las hernias discales con un enfoque conservador, y aporta datos tranquilizadores sobre la evolución de la hernia en sí misma a largo plazo.

 

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